Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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28 de enero de 2006

Civilización socialista se adhiere a esta propuesta de levantar estatuas en honor a Marx y Engels




Eloy Pardo
Joves Comunistes

Vivimos tiempos de destrucción. Todo el mundo quiere demoler. La derecha en el poder destruye todos los símbolos del socialismo del XIX y el XX. Y la izquierda, minoritaria, hace campañas para “dar a conocer” a la ciudadanía que Cambó, Franco o Lopez y Lopez son símbolos de la opresión, del esclavismo y del fanatismo. En muchos casos, también se consigue acabar con esas estatuas, como lo demuestra la última retirada de conjuntos ecuestres de Franco, en Madrid, y de placas del dictatorial Instituto Nacional de Vivienda, en Barcelona.Pero propongo un cambio de actitud, un avance progresista. En Barcelona, hay una plaza Karl Marx y unos jardines de Rosa Luxemburg, dedicados a ambos personajes históricos cuyo pensamiento sienta las bases de otra Europa y de otro mundo posible. Sin embargo, ambos espacios están vacíos de contenido.

La plaza es una simple rotonda para acceder a la Ronda de Dalt. Y a los jardines, aunque son agradables, les falta el elemento clave. Ambos espacios están en Nou Barris, barrio obrero, socialista y comunista por excelencia de Barcelona.Así, las cosas, desde el PSUC-Viu y EUiA sería una excelente idea empezar a idear una campaña creativa para convencer a la población y a las autoridades municipales para que erijan, en ambos espacios públicos, sendas estatuas: una dedicada a Karl Marx y otra dedicada a Rosa Luxemburgo.En Berlín, en la Alexanderplatz, existe un interesante grupo escultórico en el que yace un Marx sentado, un Engels a su lado, de pie, y, enfrente, una serie de monolitos de robusto material con fotos incrustadas en las que aparecen las diferentes victorias socialistas y progresistas, acaecidas en las últimas décadas. Desde la entrada de los Barbudos en La Habana, en 1959, a la victoria antimperialista en Vietnam, en 1975, pasando por las imágenes del Petrogrado de 1917, las guerras de liberación africanas y magrebíes e incluso –si mal no recuerdo-alguna foto de las Brigadas Internacionales en España. Un monumento emotivo, de victoria y alegría popular, no de destrucción, que fue construido en 1986, por las autoridades de la RDA y que hoy todos los turistas visitan con curiosidad, respeto y admiración.Barcelona –al revés que Berlín o París- está muy mancada de placas y memorandums que recuerden que en la plaza Sant Felip Neri murieron decenas de niños a causa de una bomba franquista, que en tal otro lugar un Brigadista Internacional alemán murió defendiendo España y Cataluña; que en Capitanía General el pueblo frenó la revuelta militar facciosa, el 18 de julio del 36; o que en la avenida Colón fue despedido en un funeral masivo Durruti.

Más vale que empecemos cuanto antes a reivindicar esta tarea.Homenajear a Marx en su propia plaza o a Luxemburgo en su jardín barcelonés se antoja, por tanto, una buena idea. Hay muy buenos diseñadores en paro, esperando un encargo de esta categoría. Hasta es posible que la Generalitat actual sea receptiva a la propuesta. Y, por cierto, ¿a qué esperamos para que Manuel Sacristán tenga una callecita, estatua o placa en algún lugar de su propia ciudad? Un país normal, a sus filósofos y filósofas, los homenajea ad eternum.

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