Nuestra lucha no se trata de una mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

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27 de agosto de 2008

La sombra de la sospecha

Comunicado de Iniciativa Comunista

El pasado viernes día 22 de agosto a las 7 de la tarde en la Madrileña Plaza de Conde de Casal, un conocido activista de izquierdas sufrió un intento de agresión por parte de tres personas encapuchadas que le estaban esperando en un vehículo cuando se dirigía a trabajar :: ¡De día uniformados, de noche incontrolados!

Este era un grito que se profería con harto frecuencia en la transición para poner de manifiesto las conexiones, connivencias e incluso coincidencia físicas entre los “incontrolados” fascistas y los miembros de los llamados “Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado”. En esos años, los pocos procesos judiciales que se celebraron frente a los asesinatos fascistas (aunque la mayoría fueron impunes) ponían de manifiesto dichas conexiones. Cabe recordar la matanza de abogados laboralistas de C/Atocha, el asesinato del diputado de HB José Muguruza y el de la inmigrante dominicana Lucrecia Pérez, por poner ejemplos de Madrid.

En los tiempos actuales se observa un recrudecimiento de la actividad de los grupos fascistas y neonazis que han abandonado la violencia indiscriminada para empeñar a elegir acciones selectivas, como son los asaltos a sedes de organizaciones de izquierdas, centros sociales ocupados, etc, que gozan de una más que sospechosa impunidad.

En el caso más benévolo, el silencio cómplice de las instituciones ante estas agresiones y la falta de actividad investigadora por parte de la policía frente a agresiones como la que estuvo a punto de incendiar el Centro Social Ocupado, La Traba, en Madrid, denotan una notable diferencia de rasero frente a la labor investigadora y represora de actividades que, con otras motivaciones, se dan en otros lugares del Estado Español.

Pero la sospecha se acentúa ante casos como el acaecido el pasado viernes día 22 de agosto a las 7 de la tarde en la Madrileña Plaza de Conde de Casal, en la que un conocido activista de izquierdas sufrió un intento de agresión por parte de tres personas encapuchadas que le estaban esperando en un vehículo cuando se dirigía a trabajar y que le atacaron advirtiéndole que “se la estaba jugando” por su actividad política.

Aunque afortunadamente nuestro compañero pudo huir a la carrera, las circunstancias del caso son particularmente reveladoras; ¿Cómo le reconocieron cuando no llevaba en la ropa ningún motivo o distintivo que denotara sus posiciones de izquierdas? ¿Cómo sabían que iba a pasar por ahí a esa hora para dirigirse a su trabajo? ¿Qué sensación de impunidad tenían cuando se atrevieron a salir con pasamontañas, en pleno mes de agosto, en una plaza que es muy transitada a esas horas? Demasiadas coincidencias e interrogantes para no contemplar sinistras hipótesis.

Aunque no tenemos pruebas para afirmar la existencia de una mano negra parapolicial, de las que tenemos múltiples precedentes en nuestra historia más reciente, GAL incluido, lo cierto es que estamos asistiendo a una estrategia coincidente en la que la Delegación de Gobierno prohíbe movilizaciones antifascistas y en defensa de la convivencia entre los nuevos y antiguos vecinos, mientras judicialmente se reprime a manifestantes y personas que expresan protestas contra la monarquía, y los grupos nazis atacan a las gentes y sedes de izquierda y alternativas en la más absoluta impunidad, exhibiendo modos paramilitares, en un intento de reprimir toda muestra de contestación al sistema.

Debemos denunciar tales hechos y exigir al estado que despeje con los hechos tales incógnitas, cesando en la represión policial y judicial contra los movimientos sociales y procediendo contra las actividades y agresiones nazifascistas. De lo contrario, la sospecha se convertirá en certeza.

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